Me resisto a la redención, a los dolores y al abandono.
Me resisto al todo y a la nada,
a lo que se percibe y a lo que no se puede ver.
Me resisto a la intención, a la comprensión y al desengaño,
a las palabras que no quiero escuchar,
a las imágenes que no quiero ver.
Me resisto a crecer, a enarbolar ideas y pasiones,
a la libertad, al fracaso y a la muerte.
No puedo, no quiero.
Me resisto.
Me resisto a escribir palabras, a ser yo, a buscar ayuda,
mirando desde mi zona de confort,
en la seguridad de mi colchón,
viendo arder el mundo.
Me resisto a la poesía, a la música y al dolor,
a la vida mortal que me toca pasar,
al sufrimiento y a la ignominia,
a la ignorancia, al llanto y a la felicidad.
Me resisto.
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