Claridad.

Hoy es una etapa de honda claridad.

Más que nunca me doy cuenta del daño que me dejó esa relación pasada; no lo digo como la típica frase de la novia resentida, sino de la plena conciencia de ver los daños colaterales; el cómo afectó mi vida, mis sentimientos, mi forma de relacionarme y la percepción que ahora tengo conmigo mism@ y con los que me rodean.

Es descubrir, puta, que descuidaste todos los aspectos de tu vida, que olvidaste realizar muchas cosas o las postergaste. Es escuchar que la depresión te subió 10 o 15 kilos de peso. Es ver que alguien en tu vida llega y no puedes confiar, simplemente porque hubo un hijo de puta que modificó para siempre la esencia que tenías con respecto a la gente que te rodea. Es descubrir las formas nocivas con la que estás haciéndote daño, el hablar mal de tí. Ver que tu autoestima está en los putos suelos. Es tener la angustia de no ser nunca una persona normal.

Dónde no había celos, ahora no puedes dejar de sentir algo malo dentro de tí. Vas a eventos o lugares dónde haya gente y te sientes mal por un chingo de pedos: que porque nunca haz podido socializar, que porque recuerdas la vida que tenías con alguien mas, que porque haces una rememoración de la gente de la cual compartías una amistad y se fueron hace muchos años. Eres una maldita asocial.

Son también las noches de insomnio, cuando no tienes ganas de hacer nada, cuándo sólo te quedas ahogándote en el oscuro vacío de tu cama. Es la tibia actitud de no saber ni lo que quieres, de no saber tomar decisiones. Es el dolor, la furia, la rabia. Son los años que perdiste y no volverán. Son las traiciones y las mentiras ocultas. La mayor traición la hiciste a tí misma cuando te abandonaste, cuando decidiste luchar y poner todas tus fuerzas en salvar algo insalvable. En buscar la redención y el perdón de aquello que tu misma no te arrepientes y que sabes, no estás mal. Es el dolor, el puto llanto, la locura cuando no hay nadie y cuando están todos, la miseria, la mediocridad, la conformidad.

Ya no confías en nadie, ya no buscas ser buena amiga, ni hija, ni puta madre. Todo te vale. De repente te cansas de continuar y aceptas el fracaso. Ya no hay lucha, solo resignación.

Tienes miedo y el miedo te dobla, no puedes salir a vivir porque vivir implica algo de dolor y sufrimiento y lo que menos quieres ahora es sufrir.

Si la persona con la cual pensabas compartir el resto de tu vida, dejó de amarte, que pasarán con aquellos que apenas los conoces. ¡Chingadamadre, no puedes entregar tu corazón, no puedes porque no tienes la capacidad, la perdiste!

¡Qué puto dolor comenzar de nuevo! ¡Es difícil despegar de nuevo sin tener el puto miedo! El proceso de recuperación es largo y doloroso, es dar dos pasos y retroceder tres, es no seguirte estancando en tu zona de confort. Es remover de ti, todo aquello que te transformó para mal, es ir a lo mas recóndito de tus recuerdos, de tu infancia, de aquello que te hirió. Es vomitar, enfermar y buscar sanar, recuperar los pasos y regresar al camino, es ser tú otra vez.

Hoy es claridad.

Texto publicado inicialmente en:

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